Magna Vides

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Magna Vides es hacer lo que amas con los que amas.

ABONAR A MORTEROS

“Abonar a morteros” es, simple y llanamente, un trabajo muy duro pero muy eficaz. Se trata de hacer unos grandes agujeros en torno a las cepas de la viña o majuelo (aquí llamado “plantel”), y llenarlas de “basura”, que es el estiércol curado de oveja o caballerizas (o “palomina” o “gallinaza”, aunque yo no utilizaría éstas, ya quesi no están muy bien curadas pueden quemar las raíces de la planta).

Este es un trabajo de otra época, cuando no existían los abonos químicos u orgánicos como los conocemos ahora, ni las máquinas abonadoras, ni tampoco había dinero para comprarlos. Eran las viñas antiguas, las buenas, las bonitas, las que nos gustan, que eran muy estrechitas y sólo cabía un “macho” (burro, caballo o mula) para labrarlas; y los carros de madera que servían para el transporte, se quedaban en las orillas, donde dejaban la basura. La viña tenía sus líneos largos y otros aún más largos, y todo se hacía a base de manos y espalda, y desde allí, como decía el Lucio, el hermano de la Felisa, de Quintana del Pidio: “estabas todo el invierno haciendo morteros, hasta que te cansabas, y luego llevabas la basura y la echabas a todas las plantas. Cada año hacías una parte de la viña, y al año siguiente otro, y otro año otro. Y cuando terminabas la viña, volvías a empezar”. Y así un año, y otro, y luego otro.

El Nene, que me lo encontré un día este Otoño “reguilando” pinos en La Andalesa (un paraje de La Aguilera), me dijo: “¿Que si he hecho morteros? Jode, pues claro, y muchos. Había que hacer un cuadrado hondo en cada cepa, pero con las esquinas perfectas, yo no entendía por qué, ya que al día siguiente venía otro, lo llenaba de basura y lo tapaba. No sé, manías de viejos”. Este es un hombre de los majos de verdad, y añadió: “Me cagüen, no se te ocurra hacer morteros ¿eh?, ¡no se te ocurra!”.

Pedro (que aquí le dicen “el del Gordo”), me dijo: “mi padre decía que si abonas a morteros tienes viña para toda la vida, y la basura te dura cuatro y cinco años. Pero nunca lo tapes si hace aire del este, porque la basura se sume”.

Y un día estaba la Florinda paseando por El Sardal (nuestro paraje favorito de La Aguilera) buscando níscalos, y se para y me dice: “pero vaya héroes que sois mocetón, mira que hacer morteros… Se lo he dicho al Antonio y ha venido a verlos. Pero te digo una cosa por bienquererte, no le eches basura a las plantas nuevas de este año, porque mi padre lo hizo un año y se le secaron”.

Nuestra amiga Inz, azada en mano, tapando el estiércol.

Así pues, estamos devolviendo una práctica desaparecida a este pueblo de La Aguilera, entre las miradas burlonas de los agricultores modernos con sus grandes tractores y la mirada nostálgica de los abuelos, que se paran en la viñita del camino de Las Peñas y la miran: “eso no son morteros, son agujeros”, me dijo uno que iba de paseo con el Blas. Pero aún con eso, cuando se paran a hablar contigo del trabajo que estás haciendo para contarte su experiencia, eso es impagable. Consejos que no existen en los libros de viticultura, y son consejos que no se los han inventado ellos, son consejos de experiencias de generaciones y, como mínimo, hay que escucharlos y reflexionar sobre ellos.

Algún año habíamos hecho morteros, pero en plantas viejas sueltas que lo estaban pasando mal y necesitaban un poco de ayuda. Ahora nos hemos decidido hacerlo cada año en dos o tres planteles viejos, para ayudarles a mantenerse con toda su energía. Un trabajo manual duro pero que bien se merecen estas plantas que nos dan cada año este paisaje, con sus troncos retorcidos y ajados, con su fruto equilibrado y perfecto, bien se lo merecen.

Hay un video de Julio Prieto en Cebreros donde están intentando devolver a la vida una viña vieja casi perdida, haciendo morteros, muy interesante y motivador, échale un ojo!

Texto: Pablo Arranz
Fotografías: Fernando Arranz

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Calle Diseminados, 39A, 09370, La Aguilera, Burgos

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