Magna Vides es hacer lo que amas con los que amas
Magna Vides es un proyecto de vida, un sueño compartido, un coupage de nuestras almas.
Somos una pequeña bodega familiar que apuesta por la viticultura tradicional sostenible y la elaboración respetuosa procedente de viñas antiguas con raices profundas.
Pero Magna Vides es más que una empresa o un negocio, ya que se se alinea con nuestros valores y principios: vivir en un pueblo, en la naturaleza, dedicándonos al vino, recuperando patrimonio.
Nos gusta hacerlo de una forma, honesta, directa, natural, de forma artesana y de las cosas hechas desde el cariño, desde lo pequeño pero con una carga creativa e intelectual ya que aplicamos todo lo anterior a la viña y al vino.
Nuestra aventura comenzó con el deseo de cultivar la tierra de nuestros antepasados y producir vinos puros basados en uvas excepcionales y el suelo que habitan.
En el año 1999, tomamos el relevo de varios viñedos centenarios pertenecientes a la familia de Pablo, que se encuentran en el pueblo de La Aguilera (Burgos), uno de los terroirs más prestigiosos de Ribera del Duero. Cepas grandes, magnas vides como pequeños árboles, divisando la cuenca del río Gromejón.

Decidimos poner rumbo hacia las tierras castellanas desde nuestra Madrid natal. Un cambio de vida con un sueño en mente: empezar una vida en el campo, cuidar el viñedo de nuestros antepasados y elaborar un vino excelente, coherente con nuestra forma de ver la vida.
Éramos jóvenes, de ‘fuera’, empezamos a trabajar de otra manera, dejando hierba, aumentando la separación entre las plantas, sin herbicidas… y había gente que no lo entendía.
Al margen de los prejuicios, creamos nuestro proyecto guiados por el concepto de ejercer como viticultores de verdad, no de domingos, sino alguien que trabaja sus viñas, que vive de cultivar su viñedo y de vender su producto.
En la actualidad nuestros vinos se pueden encontrar en multitud de paises alrededor del mundo, y se degustan en restaurantes de prestigio sumando estrellas Michelín a las que brillan encima de nuestras viñas.
Nos encontrarás en Puerto Rico, República Dominicana, Costa Rica, México, Canadá, Suiza, Holanda, Italia, Reino Unido, Irlanda, Dinamarca, Suecia, Noruega, Australia, Singapur, Thailandia.
Nosotros vivimos en un pequeño pueblo, en lo que se llama la España vaciada aunque está muy lejos de estar vacía, ya que está llena de patrimonio, sabiduría, experiencias e historias que merecen ser contadas. Fijar población en este territorio, manteniendo vivos los pueblos y crear empleo son también pilares de nuestra filosofía y valores.
Llevamos adelante un proyecto que no sólo incluye hacer vino, es trabajar las viñas de otra manera, salvar pequeños viñedos muy antiguos que de otro modo, habrían sido arrancados por su baja producción, es mirar el paisaje y mantenerlo, conservar el trabajo que unos abuelos comenzaron hace más de cien años.
Es respetar algo que ya estaba aquí cuando llegamos, y que pretendemos que siga aquí cuando nos vayamos.
Y seguimos soñando, ya que estamos restaurando una bodega subterránea medieval del siglo XII, donde dentro de poco elaboraremos nuestros vinos bajo tierra.
“Los viticultores tradicionales estamos en peligro de extinción”
Nuestras viñas se encuentran principalmente en La Aguilera, una de las zonas más prestigiosas de Ribera del Duero, conocida también como “La milla de oro” de esta Denominación de Origen. Está marcada por un pequeño valle, el del río Gromejón, donde encontramos algunos de los viñedos más antiguos de toda la región. Con suelos arcillo calcáreos y arenas, donde el monte bajo y el bosque salpican cada rincó. Empezamos trabajando las viñas de mi abuelo y poco a poco gracias al esfuerzo de mis padres fuimos adquiriendo viñas teniendo la suerte de conseguir viñedos de 80 a 100 años, que estaban en su mayoría a punto de ser abandonados.
En estas viñas antiguas, en parcelas pequeñas, tradicionales y con bosque al lado, la uva vive de otra manera frente a los emparrados gigantesco. Siempre me gustado trabajar de otra forma, aprendiendo de mis antepasados. Intento recuperar tradiciones que se están perdiendo, como los injertos a pie de viña o la reconstrucción de un guardaviñas en piedra seca.

La agricultura es orgánica, y aunque por el momento no está certificada, se está trabajando para para hacer la transición a cultivo ecológico. En ese sentido, se mantienen cultivos de cobertura vivos y se utilizan exclusivamente fertilizantes orgánicos. La intervención es mínima, priorizando el equilibrio y la biodiversidad y respetando y cuidando nuestros suelos.
La vendimia es totalmente manual, con las uvas recogidas en cajas de 15 kg y se realiza por una cuadrilla que viene cada año desde que empezamos, en lo que se ha convertido una preciosa tradición, ya que no sólo son nuestros amigos sino que les consideramos parte de nuestra familia.
Tenemos localizadas más de 20 variedades diferentes y trabajamos con uvas que antes no maduraban bien y estaban denostadas, como las pirulesas blancas, la garnacha, monastrell o la bobal, entre otras. Todas ellas le van muy bien a la tempranillo, creo que cuando mi abuelo lo plantaba, por algo sería.
Hacemos la vinicación por separado, controlando muy bien el suelo, y el resultado es espectacular, sorprende.
Nuestro principal cultivo está en el paraje llamado El Sardal, un mosaico de parcelas arenosas y arcillosas sobre caliza, laderas con orientación al norte. Uno de estos viñedos da lugar al vino “Bancales del Sardal”, un viñedo plantado en 1915, tras la filoxera, con material genético recuperado de las viñas que sobrevivieron a la plaga. Se trata de un hermoso paraje de con una mezcla única de Tinta Fina y Albillo Mayor.
También trabajamos algunos viñedos orientados al sur en Quintana del Pidio, donde la diversidad de suelos es sorprendente: una base arcillo-calcárea con capas de arena, guijarros, tiza y marga blanda. Aquí se encuentra un pequeño viñedo de 0,2 hectáreas en Peñalamiel, plantado en 1860 sobre arena pura. En este mismo pueblo, en un viñedo de altitud tenemos un viñedo del cual sale uno de nuestros vinos parcelarios “Viña del Cuadrón”, un terreno pùramente blanco, calizo, orientado al sur, con un viñedo plantado en 1960 en una mezcla de Tinta Fina, Albillo Mayor y Garnacha.
Un tercer paraje especial, es la zona llamada El Sotillejo, con una orientación al Noroeste, dondecultivamos la base para nuestro tercer vino procedente de lo que nos gusta llamar “viñedos históricos”, llamado “Fuente del Zorro”, 0,70 hectáreas de Tinta Fina plantada a pie franco en un suelo arenoso profundo.
“Hago vinos de alta costura, como trajes hechos a medida”
Para mi la elaboración es una arte, hecho con mucha pasión, muy al detalle con cariño y dedicación, buscando belleza… Hay algo artístico e intelectual en la elaboración de los vinos.
En este momento apuesto por vinos hechos en el minimalismo, en el menos es más, porque así es desde donde sale el alma de los vinos tras toda la reflexión anterior de lo que se busca, llegando a lo sencillo, lo verdaderamente importante.
Pero que sean elaboraciones precisas y sencillas no significa que sean “simplonas”, sino que hacen que la complejidad de los vinos, la verdad y su transparencia sean muchísimo mayor.
Concibo la creación de los vinos como alta costura, se crean como trajes hechos a medida. Me gusta llevarme por mi instinto: tocar, oler, probar… es un proceso muy sensorial. A veces no tomo tantas analíticas o notas como se pensaría, voy notando y haciendo.
Esa transparencia hace que el terroir y las uvas expresen el clima, la añada, en definitiva su entorno y su ciclo de vida.
En la crianza lo que busco es mantener los vinos al desnudo, sin capas, manteniendo nitidez y vinos prístinos. Ahí es donde está el punto álgido de todo el proceso emocional, intelectual y personal, donde todo encaja y que asombra bastante ya que refleja vanguardia dentro de Ribera de Duero.
Hay conceptos de biodinámica que utilizo en la elaboración de los vinos, siguiendo el calendario lunar para para trabajos en bodega, los días de trasiego, embotellado, catas… Sin embargo, como enóloga, intento no fijarme en las tendencias y gustos, como por ejemplo en la conceptualización de Vera Vides, nuestro cosechero, es algo que ya estaba allí.